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Biblioteca Nacional: Una nueva oportunidad

(Artículo originalmente publicado en Noticias SER: http://www.noticiasser.pe/17/08/2016/aportes/biblioteca-nacional-una-nueva-oportunidad)

Publicado: 2016-08-29

Al recuento de lo acontecido durante los últimos cinco años en lo referente a políticas culturales, y frente al gobierno que está iniciando labores, debe sumarse una evaluación crítica de la labor de las instituciones rectoras en la materia. Una de ellas, que suele pasar desapercibida y que debería ser uno de los puntales en cuanto a políticas del libro y la lectura se refiere, es la Biblioteca Nacional del Perú. 

La BNP, que acaba de cumplir 195 años y se aproxima a su bicentenario —se celebrará también el 2021 pues fue fundada en agosto de 1821—, es actualmente un ente lento y paquidérmico, casi un emblema de tiempos pasados. A pesar de los años, no se ha convertido en una institución moderna, una que no solo se limite a velar por el patrimonio bibliográfico y documental de la nación, sino que encabece la principal red de bibliotecas públicas a nivel nacional, asegurando el derecho ciudadano a la lectura y acceso al libro, uno de los caminos hacia el desarrollo integral.

Ya José Tamayo Herrera, quien fuera director de la BNP, en 1981 había advertido que se tenía por lo menos treinta años de atraso frente a las bibliotecas del mundo. Y frente a ese atraso que ya se había incrementado, la pasividad de la gestión de los últimos años solo ha agravado el problema.

Pero empecemos por enumerar los logros. Por fin se aprobó, en el 2013, la esperada Ley del Sistema Nacional de Bibliotecas, SNB, llamada a ser el primer paso para el establecimiento de una red nacional de bibliotecas públicas. Dicha norma (Ley Nº 30034) establecía los lineamientos y funciones generales del SNB. En el lapso de un año se aprobó el reglamento de la Ley, y desde ese momento, todo parece haberse paralizado nuevamente.

Se inició también una campaña para la búsqueda de libros robados, muchos de ellos patrimonio bibliográfico de la nación. De tiempo en tiempo se han venido mostrando los resultados de la campaña: libros hallados o devueltos. Y esta ha sido la acción de la BNP más publicitada de la gestión pasada. Sin embargo, no hay mucha información acerca de los responsables y de cómo se logró sacar esos libros de la biblioteca. Se han aumentado los controles de seguridad al punto de casi haber desaparecido las salas de lectura en la sede de San Borja.

Probablemente debamos contar algunas publicaciones del fondo editorial de la BNP —aunque no se conoce si existe algún criterio o procedimiento establecido para la publicación de estos libros—.

Y para no ser mezquino, en la BNP, como en cualquier otra institución pública hay profesionales que con un techo bajo hacen más de lo que se les permite para mejorar las cosas. Pero la falta de una dirección clara, de una voluntad política y de establecer qué se quiere lograr hace difícil que estos avances vean la luz o se concreten en cambios profundos.

Eso es lo que ha sucedido. Han transcurrido dos años desde la publicación del Reglamento de la Ley del SNB y no se aprueban los estándares de las bibliotecas públicas para que se integren al Sistema Nacional de Bibliotecas. Previamente debe hacerse un censo de bibliotecas a nivel nacional para conocer el estado real de las bibliotecas públicas. No basta con afirmar que hay más de ochocientas bibliotecas municipales, sino que es necesario conocer si, más allá del papel, funcionan y cumplen con brindar un buen servicio en las condiciones adecuadas.

Asimismo, la Dirección General de la BNP debe tener una labor de incidencia política con el objetivo de que se le asigne el presupuesto mínimo necesario para una compra anual de libros destinados a las bibliotecas públicas de la red del SNB. También hacer un trabajo a nivel de gobiernos locales y regionales, más allá de los estándares y el registro, reforzando la importancia de la existencia de una biblioteca pública y su labor en el fomento de la lectura en la comunidad, la importancia de sostenerlas de la manera adecuada y que se empiece de una vez por todas a desechar el pernicioso mecanismo de querer implementar fondos bibliográficos en base a donaciones.

Por otro lado, el urgente e inexistente Plan Nacional de Lectura sería el articulador del trabajo del Estado con tres instituciones como base: Ministerio de Cultura, Ministerio de Educación y Biblioteca Nacional del Perú; y cuyo alcance debería llegar a otros sectores como el MIDIS, MINJUS, MIMP, PRODUCE, MTC, entre otros. Este Plan, además, estaría llamado a ser la guía para implementar planes similares a nivel de gobiernos regionales y locales. La labor de la BNP en el diseño e implementación de este plan —propuesto en el plan de gobierno de PPK— sería fundamental. Además, serviría para ordenar incoherencias como que la Dirección de Bibliotecas Escolares esté dentro de la estructura de la BNP y no del MINEDU.

Un tema grave, en el cual la labor de la BNP ha sido deplorable, es en el manejo del Proyecto Editorial y los beneficios de la Ley del Libro destinado a promover la labor de los editores peruanos. Para empezar, en algún momento la BNP determinó que los cómics no debían ser beneficiarios de la Ley del Libro y debían pagar IGV. Sin ningún criterio técnico, la dirección encargada de velar por el cumplimiento de la ley, y con la anuencia de la Dirección de la institución, tomaba una decisión subjetiva para que uno de los materiales usados para el fomento de la lectura —hay estudios internacionales al respecto, e incluso dentro de la misma BNP se promueve su uso— no reciba beneficios. Y no es el único caso: hay decenas de editoriales que han tenido problemas con trámites de proyecto editorial o depósito legal por haber cometido alguna equivocación y ser impedidos de subsanarla. O casos en los cuales el problema fue generado por la misma BNP y los trámites se han visto entorpecidos. Justo cuando se busca desburocratizar el Estado, persiste esta BNP atada al siglo pasado intentando meter cabe al cumplimiento de la ley y del logro de sus objetivos.

Es necesario un cambio de mentalidad, de línea. Una Biblioteca Nacional moderna y activa, que sea protagonista y que genere participación ciudadana. Que se abra a la sociedad y solo así, poco a poco, empezaremos a cerrar la brecha que nos separa de instituciones que otros países como Colombia, Chile o México tienen.

Urge un cambio en Biblioteca Nacional del Perú.


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